domingo, 19 de septiembre de 2010

El Insectario

Un día entró por mi ventana una especie muy rara, jamás había visto algo parecido, era una mescla entre un loro y una libélula, con el tamaño del loro, los colores del loro y las alas de la libélula.
Entró revoleteando errante como una polilla perdida justo cuando el sol entraba rasante a toda mi casa. Yo abrí todas las otras ventanas para dejarla salir, pero solo aumenté el descontrol. La loro-libélula deambulaba de aquí a allá, entraba en piezas y salones y con su aleteo iluminaba todo de extravagantes colores, a ratos mientras miraba el techo sentía el reflejo del mar, o quizá el tornasol de una piedra con minerales, o simplemente el giro de un remolino infantil.
Decidí atraparla y cuando lo logré la pegué en un insectario colgado en la pared.
Mi casa jamás volvió a brillar igual.

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