lunes, 20 de septiembre de 2010

Un viejo y un saco

Había una vez un viejo y un saco
Salía casi todos los días del año a recolectar niñitos que se habían portado mal
Una vez al año se vestía de rojo y volaba por los techos repartiendo muñecos y muñecas a los niños que se habían portado bien el resto del año.

domingo, 19 de septiembre de 2010

El Insectario

Un día entró por mi ventana una especie muy rara, jamás había visto algo parecido, era una mescla entre un loro y una libélula, con el tamaño del loro, los colores del loro y las alas de la libélula.
Entró revoleteando errante como una polilla perdida justo cuando el sol entraba rasante a toda mi casa. Yo abrí todas las otras ventanas para dejarla salir, pero solo aumenté el descontrol. La loro-libélula deambulaba de aquí a allá, entraba en piezas y salones y con su aleteo iluminaba todo de extravagantes colores, a ratos mientras miraba el techo sentía el reflejo del mar, o quizá el tornasol de una piedra con minerales, o simplemente el giro de un remolino infantil.
Decidí atraparla y cuando lo logré la pegué en un insectario colgado en la pared.
Mi casa jamás volvió a brillar igual.

sábado, 18 de septiembre de 2010

El otro

Estaban en casa de ella.
Habían decidido juntarse solo como amigos.
El simulaba la percusión de una batería con un par de cuchillos cuando llegó el otro.

viernes, 17 de septiembre de 2010

El Ariel y el Xabriel

El Ariel y el Xabriel son gemelos idénticos. Nunca entendí porque el nombre del segundo empezaba con X, pero creo que esto lo diferenciaba más de su hermano que su manera de peinarse.
Xabriel tenía el pelo casi liso y largo, hasta los hombros. Usaba camisa a cuadros y unos jeans con algunos hoyos en la rodilla. Siempre estaban juntos y era muy fácil encontrarlos en la galería.
“La Galería” es un centro comercial que aun debe existir en Arica, con sus locales cruza desde la calle 21 de mayo hasta un paseo peatonal. En ese punto hay unos juegos de video con máquinas hasta en el subterráneo. Este lugar de esparcimiento recibía a una serie de jóvenes promesas del delito programado, a pesar de todo esto no era difícil hacer amigos, pero a sabiendas de que no sería una amistad normal. En varias oportunidades Xabriel se me acercó para invitarme a asistir a una ceremonia satánica en el interior de unas cuevas en el morro, me decía que solo faltaba un apóstol para lograr la invocación del maligno. Recuerdo que en un día tuve que hacer guardia en la entrada a los rompeolas de la ex isla el Alacrán. Ahí también se formaban cubiles debajo de las formas de concreto, donde el Xabriel, su hermano y otros con caras de malo entraban con minas a pasarlo bien.
Yo me vine a estudiar a Santiago, así que no supe más de ellos por un tiempo. Después de un año conocí la última aventura del Xabriel.
Un día Xabriel tomo una pala y se fue hasta los bordes de la periferia de la ciudad, donde la pobreza colinda con el desierto, y donde las canchas de fútbol son de arena, tierra, viento y cal. En uno de los arcos que mira al sur y cuando ya caía el sol, cavó un hoyo en la posición del arquero. El agujero que hizo era de muy amplias dimensiones y sobretodo muy profundo. Ya era muy entrada la noche cuando parecía estar todo listo, Xabriel se sacó su correa de cuero reforzado y la ató al travesaño justo encima de la posición en que había hecho el forado.
En la mañana encontraron el cuerpo sin vida de Xabriel colgado del arco, su hermano lo identificó y pidió que fuera enterrado ahí mismo y con la misma tierra que él sacó.
Hoy en día hay una animita justo detrás del arco que mira hacia el sur y siempre los equipos de futbol eligen ese lado de la cancha…
      

jueves, 16 de septiembre de 2010

Pasturri

En ese tiempo ella era capitán, le tocaba administrar a dos grupos de alumnos y nosotros no éramos los peores.
La pensión para estudiantes de hijos de militares aun existe pero ya no tiene la misma administración. En el tiempo en que yo estuve este complejo lo lideraba “la capitán”, estoy hablando del año 2002 aproximadamente, tiempo fuera de todo contexto setentero. Bueno pues eso creía yo.
La capitán, que tenía aspecto de leona, reina, ama y señora bella de la selva estudiantil que ahí residía, no era una mujer malvada, a pesar de que en algún momento sacó a patadas de la pieza a nuestra nueva mascota, un quiltro de meses que voló hacia la puerta de salida del recinto, para ella habían reglas y una de ellas era “no animales”.
En este lugar había varias normas, pero quien sabe que tan sensatas era cada una de ellas. La capitana se mantenía fuera de toda complicación, por tanto las reglas y normas había que cumplirlas. Pero el detalle de la capitana, estaba detrás del uniforme, siempre seria y mermada con sus ojos fijos verdes claros intensos, detrás de todo era una mujer, por tanto si era capaz de derretirse frente a un elogio real y sincero, también era capaz de entender que sus pupilos eran civiles y que ella era el delgado hilo entre estos dos mundos.
Hay cosas incomprensibles para cualquier individuo, cosas que solo pasan, situaciones que nos son controlables de manera inmediata. Pasturri fue el nombre que le pusimos a nuestra nueva mascota, una mezcla de Siberiano con Pastor Alemán dotado de increíble fuerza y energía desbocada. A Pasturri lo conocimos en la calle, después de un par de pitos con el Nicho, nos pusimos a jugar con él y el jugaba con nosotros como quien estruja un par de calcetas, era bravo y nos mordía con fuerza y solo soltaba cuando escuchaba nuestro dolor.
De verdad que no era agresivo, pero era pegote. Nos siguió aunque intentamos evitarlo y se metió sin nosotros saber cómo, al patio de nuestro querido hogar. Allí durmió toda la noche y como todos los días había que salir a estudiar, esperamos que nos siguiera, pero fue inútil, en la casa estudiantil siempre había harta comida.
Cuando llegó Pasturri había pasado poco tiempo desde que la capitana ascendiera a Mayor y se encontraba justamente arreglando aquellos menesteres cuando se enteró de que un cuadrúpedo rondaba al interior del internado.
Pasturri no fue el primer ni último perro que deambuló por aquel lugar, antes estuvo Dargo y su compañera y otros que solo pasaron por ahí, quizá era lógico que se acercaran estos perros vagos a nuestra zona ya que en la basura abundaba el alimento fresco y en gran cantidad, también debo decir que colindante a nuestro patio hay un colegio y la pared que divide solo alcanza a censurar la vista de los alumnos del jardín infantil del primer piso, el resto del pabellón lo constituyen cuatro salas de primeros básicos orientados por profesoras que a su vez son familiares de militares de alto rango como lo era ahora la Mayor.
Esa mañana todo ocurrió con mucha prontitud, de una camioneta blanca bajaron dos individuos plomos. Uno de ellos llevaba un lazo adosado a un palo largo, las órdenes para el Sub Oficial Monwe eran claras: eliminar el problema.
Junto al suboficial se encontraba el sargento Arenas, ambos debidamente uniformados, observando que la misión se llevara a cabo sin sobresaltos. En el salón comedor aun había gente almorzando, en la sala de estudios quedaban algunos repasando las últimas materias, en el colegio aun no sonaba la campana para recreo, cuando comenzó la batalla, los tipos de plomo se acercaron sigilosamente y Pasturri gruñó solo un poco, ellos intentaron orientarlo hacia donde estaba la camioneta, pero la demora del procedimiento impacientó al suboficial quien presionó a los plomos, cosa que generó una audiencia que fue creciendo muy de a poco. Así que olvidando el escudo patrio, interponiendo la fuerza sin más remedio, sin nadie que se interpusiera y sin justicia alguna, Pasturri fue laceado, fuertemente, presionado hasta el límite, restringido hasta del aire, mientras su grito afloraba desde los balcones del colegio, donde los niños exclamaban ¡Milico asesino! Milico asesino!
A la vista del sol Pasturri aflojó su esfínter, ya no quedaba nada más que hacer que arrastrarlo hasta la camioneta blanca.
En ese minuto el silencio sonaba más fuerte que cualquier grito.
La Mayor estaba a punto de viajar al extranjero en ese tiempo y su carrera iba en ascenso, pero el grito de los niños llegó hasta los oídos de los esposos de las profesoras que tenían grados más altos que la mayor en ese tiempo.

Después de unos meses la Leona enfermó. Un cuadro viral atacó sus pulmones, su altivez, su vitalidad y su alegría.

La última vez que la vi fue en el hospital, estaba muy demacrada, acostada y con una silla de ruedas cerca de ella.

Yo aun la recuerdo con cariño y respeto.

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Despertar

Hola!  buen día, hoy comienzo algo que sé que lograré con cierta facilidad. Por ahí ya he escuchado que soy un cuentero profesional y que con eso me gano la vida y que se yo, en fin pues así sea escribiré un cuento diario en este diario de cuentos. Así que acostúmbrense a leer un sin fin de faltas de ortografías y problemas de redacción típicos de alguien que sacó quina en la PAA.
un cordial saludo y compártase.
atte Marco Urbina
Director de Cuentas y Cuentos.